11/4/10

Mirando a los ojos del Destino

Se escuchaba música estridente pero pegadiza, la luz era muy tenue y aún tenía el regusto de ese chupito negro al que tanto se empeñaban en invitarnos por la zona cuando, al alzar la mirada, me tropece con la suya. Estaba al final de la barra, se escondía tras su vaso ancho lleno de brugal cola y me miró de pasada, casi ni se percató de mi existencia.
Apenas me fijé en él cuando lo ví, mi cabeza andaba por otros lares en aquel tiempo pero recuerdo sus ojos grandes encontrandose con los míos durante un sólo instante.


Lo recuerdo ahora como algo muy lejano pero tan real.


Las risas de nuevas amistades resonaron en aquel local cuando nos presentamos, un par de besos, unos sorbos a nuestras copas, un par de gracias sin gracia fruto de la timidez del momento.
Al cabo de las semanas nos confesaron que habían entrado en aquel local porque el RRPP les había comentado que acababan de entrar unas chicas guapisimas...
Y somos incapaces de recordar el nombre de aquel lugar.


El curioso destino hizo que dos corazones de distintos puntos del país se encontrasen en el mismo trocito de isla y que a partir de ahí surgiera la magia.
Quizás sea cierto eso de que las almas gemelas se buscan hasta encontrarse para poder completarse pues cuenta la leyenda que cuando Zeus creó al hombre con cuatro piernas, cuatro manos y dos cabezas tuvo miedo de que se convirtiese en un ser superior a él y decidió dividirlo en dos.


A día de hoy siento que todo esto ya lo sabía desde la primera vez que lo vi sentado en la barra de aquel garito de tonos marrones y con motivos pesqueros, fue como mirar a la cara de mi propio destino que poco a poco se ha ido sucediendo.


¿Y sabeis que?
Me gusta.

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